sábado, 29 de enero de 2022

Llévame a casa de Jesús Carrasco




El primer libro de Jesús Carrasco, Intemperie, es uno de mis favoritos, por lo delicado de su prosa, por la historia, pero hoy hablaremos de su novela Llévame a casa. He vuelto a encontrar esa prosa poética, ese lenguaje cuidado que te transporta a los lugares descritos de manera impresionista: Los almeces del centro de la plaza sombrean parcialmente el albero. Cuando él era pequeño, esos árboles eran falsas acacias. En primavera los niños libaban sus flores arracimadas. Un lenguaje plagado de estructuras sencillas y bimembres pero muy cuidadas al mismo tiempo. Aunque he de confesar que el principio de la historia me producía cierto rechazo, seguramente por su protagonista principal, un joven que vuelve de Edimburgo tras la muerte de su padre, puedo afirmar que al mismo tiempo que Juan va evolucionando a lo largo de la historia, evoluciona nuestra sensación con la lectura. La novela aparece plagada de escenas costumbristas (una madre rezando el rosario, un funeral, el comportamiento egoísta de los hijos…y de los padres). Es un libro de sensaciones, dulces y agrias. Con frases casi lapidarias: Una sola balda de un frigorífico puede contener tanto amor como una leprosería de la Madre Teresa o La escasez deviene fácilmente en miseria. Me gustaron algunos guiños al atletismo, a los corredores y otros al buen aceite de mi tierra (concretamente al de la zona de la Laguna de Fuente Piedra). También algunas descripciones sociales son interesantes, como la de los médicos: el médico es el sacerdote, el intérprete de un arcano, el traductor de lo abstruso. Si tuviera que recomendar este libro, lo haría, porque en muchos momentos te provoca la agitación propia de unos comportamientos humanos tan conocidos y cercanos. Un viaje de nuestra intrahistoria  en un 4 latas.

sábado, 18 de diciembre de 2021

La cena

 La cena


Joaquina llegó temprano al mercado, quería comprar unas cigalas para la cena. El cordero ya lo tenía encargado desde hacía semanas. 

—Doña Joaquina, ¿qué tal?, ¿quién vendrá a la cena esta noche?

—Mi hija, mi yerno y mis nietos, como siempre—contestó con una sonrisa en los labios.

—Como todos los años, ¿verdad, doña Joaquina?

—Sí, como todos los años.

Mientras Remedios veía alejarse a doña Joaquina del puesto, no podía evitar sentir ese pellizco de melancolía al verla marchar otra navidad arrastrando los pies hacia su casa, con la misma inamovible ilusión año tras año.

Todo estaba listo en la mesa, llenó las copas de vino, las fuentes de bombones para los niños y encendió las velas. El turrón no faltaba. Mientras empezaba con las cigalas, su marido Manolo comenzó con los chistes. Qué gracia tenía el puñetero, desde siempre. El cordero olía delicioso y supo mejor. Cómo disfrutaba su yerno de un buen lechal. A los niños les gustaban tanto esas fiestas, no paraban de reír y cantar. Los miraba extasiada, esas caritas sin mascarillas, total si no se iban a contagiar.

Cuando la cena terminó, todos se esfumaron a la hora de recoger, en un abrir y cerrar de ojos, y ella con su caminar pesaroso comenzó a retirar los platos poco a poco. ¡Cuánta comida había sobrado! No iba a tener que cocinar en toda la semana. Guardó los alimentos en envases de cristal, que ella era muy ecológica y no quería nada de plástico, lo hizo con esmero y los colocó perfectamente en la nevera.


Pedro se había tomado unas copas con los amigos antes de ir a casa de su suegra, ¡era Nochebuena! Su mujer le recriminó que llegara tarde, en seguida se dio cuenta de que venía algo achispado. Él la besó dulcemente y le dijo que no se preocupara, que llegarían a tiempo. Pero nunca llegaron, un camión, falta de reflejos, la velocidad, el alcohol, la mala fortuna... Joaquina y Manuel esperaron toda la noche hasta que el teléfono sonó de madrugada. Manuel ya nunca fue el mismo. Se había reunido con ellos hacía dos años, una neumonía bilateral, pero Joaquina lo hacía todas las nochebuenas. Les preparaba la mejor cena que podían imaginar, año tras año, mientras el vecindario emocionado hasta la catarsis asistía a la función con el corazón en un puño.



#cuentosdeNavidad

jueves, 8 de abril de 2021

El infinito en un junco


EL INFINITO EN UN JUNCO

 Es el último libro que he tenido la fortuna de leer. Un ensayo sencillo que invita a seguir hasta la última hoja. Reminiscencias de Mary Beard en su obra Mujeres y poder, además de multitud de historias sobre bibliotecas, libros y autoras que te transportan a otra época. Un alegato a la igualdad además de una extraordinaria prosa de Irene Vallejo que muestra una delicadeza propia de la poética. Si tengo que recomendar un libro en estos días tan tristes, es este. Te vuelve reivindicativa en estos tiempos en los que siguen existiendo las mismas ganas de cortarnos la lengua como a Filomela, pero nosotras seguimos mostrando “la misma pasión”.




sábado, 11 de abril de 2020

Hace mucho tiempo que no escribo por aquí, pero ahora que estamos confinados me parece un buen momento. Quiero compartir un poema de mi último libro; Pawlonia Tormentosa. He tenido la fortuna de que Carmen Hita y Curro Bautista le pongan música y hagan una extraordinaria versión. Me siento muy feliz de que mis versos cobren nueva vida, porque han ganado con la transformación, sin duda. El vídeo es casero, pretendía ser un detalle para los autores de la canción, es mi homenaje a todos los médicos (como Carmen, que además de cantar tan maravillosamente bien, es médico de familia). Ellos se han convertido en nuestros árboles de Kiri. Os dejo el enlace.

miércoles, 5 de junio de 2019

Sur de Antonio Soler

Se presentó Sur en una tarde-noche de abril agradable en la Casaestudio Suso de Marcos. Con un ojo que nos contemplaba en la tertulia. Rafael Ballesteros, con su oratoria fluida, fue el encargado de presentar la novela. Se habló del buen escribir, de las comparaciones que circulaban en la crítica (pero sin citar nombres que todos tenían en mente). De la importancia de no dejar al azar nada, revisar y revisar lo necesario, ser cuidadosos en la escritura.
Málaga y el terral como protagonistas de una novela sórdida, dura, impresionista e increíblemente poética a pesar de la crudeza. “Los brazos del escai parecen haber sido víctima de los disparos del enemigo: el escai verde abierto y una espuma amarilla saliendo a respirar el aire viciado de la habitación”.
Un sin fin de personajes pueblan la obra, Antonio Soler explicó que en esta ocasión no pudo realizar un esquema con las relaciones entre todos ellos, el volumen lo hacía imposible, aunque también afirmó que en esta ocasión no lo necesitó, puesto que tenía tejida claramente en su cabeza la trama de Sur. A pesar de todo, al final de la historia, un compendio de cada uno de los personajes para aclarar posibles dudas.
Salió el tema de la puntuación de la novela, una puntuación que el mismo escritor anunció ser una de las cuestiones de estilo más importantes, la editorial entendió sin problema y no cambió ni una sola coma según el propio autor. 

Un malagueño pasea con facilidad por esta historia “han pasado el puente, un lecho de hormigón bajo ellos. Un río sin agua, una vena seca. Entran en la alameda”. Escucha el  “fueraparte” de sus vecinos y probablemente identifica el mundo, es cierto, pero quizás es una visión demasiado oscura, demasiado seminal y desgarradora. Nos deja una amargura profunda, una tristeza antigua y futura; será el terral, será el calor, será el bochorno...







sábado, 11 de mayo de 2019

De nuevo Paco Damas, un espectáculo precioso sobre “Las sinsombrero”; esta vez en el teatro del Carmen, en Vélez-Málaga. Me tocó recitar un fragmento bellísimo de María Teresa León, de su libro Memoria de la Melancolía:
Siempre haciendo algo. ¿Por qué siempre estaremos haciendo algo las mujeres? En las manos no se ven los años sino los trabajos. ¡Ah, esas manos en movimiento siempre, accionando, existiendo solas más allá del cuerpo, obedeciendo al alma! Yo miro las manos, las vuelvo, las acaricio un poco para ver la blandura de su temperamento, les busco los nudos que les dejó la vida, la cicatriz del ansia, la desesperación, la credulidad, la amargura de sentirse traicionadas…
……¡Qué hermoso llamar palma a la mano abierta, al centro y corazón de la mano! Palma, lugar donde se van dibujando en la aguja imprevista de la existencia caminos, valles, senderos, ríos, lagos, silencios y algarabías. Te la doy por mujer.
Os dejo el audio con las palabras introductoras de Paco Damas.




lunes, 11 de marzo de 2019

Paco Damas estuvo en el CAC de Vélez Málaga cantando a Las Sinsombrero el pasado 29 de noviembre. Me encantó el concierto. Me toco leer un par de poemas, entre ellos este tan bonito de María Teresa León:

Siempre haciendo algo. ¿Por qué siempre estaremos haciendo algo las mujeres? En las manos no se ven los años sino los trabajos. ¡Ah, esas manos en movimiento siempre, accionando, existiendo solas más allá del cuerpo, obedeciendo al alma! Yo miro las manos, las vuelvo, las acaricio un poco para ver la blandura de su temperamento, les busco los nudos que les dejó la vida, la cicatriz del ansia, la desesperación, la credulidad, la amargura de sentirse traicionadas…
……¡Qué hermoso llamar palma a la mano abierta, al centro y corazón de la mano! Palma, lugar donde se van dibujando en la aguja imprevista de la existencia caminos, valles, senderos, ríos, lagos, silencios y algarabías. Te la doy por mujer.