sábado, 29 de enero de 2022

Llévame a casa de Jesús Carrasco




El primer libro de Jesús Carrasco, Intemperie, es uno de mis favoritos, por lo delicado de su prosa, por la historia, pero hoy hablaremos de su novela Llévame a casa. He vuelto a encontrar esa prosa poética, ese lenguaje cuidado que te transporta a los lugares descritos de manera impresionista: Los almeces del centro de la plaza sombrean parcialmente el albero. Cuando él era pequeño, esos árboles eran falsas acacias. En primavera los niños libaban sus flores arracimadas. Un lenguaje plagado de estructuras sencillas y bimembres pero muy cuidadas al mismo tiempo. Aunque he de confesar que el principio de la historia me producía cierto rechazo, seguramente por su protagonista principal, un joven que vuelve de Edimburgo tras la muerte de su padre, puedo afirmar que al mismo tiempo que Juan va evolucionando a lo largo de la historia, evoluciona nuestra sensación con la lectura. La novela aparece plagada de escenas costumbristas (una madre rezando el rosario, un funeral, el comportamiento egoísta de los hijos…y de los padres). Es un libro de sensaciones, dulces y agrias. Con frases casi lapidarias: Una sola balda de un frigorífico puede contener tanto amor como una leprosería de la Madre Teresa o La escasez deviene fácilmente en miseria. Me gustaron algunos guiños al atletismo, a los corredores y otros al buen aceite de mi tierra (concretamente al de la zona de la Laguna de Fuente Piedra). También algunas descripciones sociales son interesantes, como la de los médicos: el médico es el sacerdote, el intérprete de un arcano, el traductor de lo abstruso. Si tuviera que recomendar este libro, lo haría, porque en muchos momentos te provoca la agitación propia de unos comportamientos humanos tan conocidos y cercanos. Un viaje de nuestra intrahistoria  en un 4 latas.

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