sábado, 18 de diciembre de 2021

La cena

 La cena


Joaquina llegó temprano al mercado, quería comprar unas cigalas para la cena. El cordero ya lo tenía encargado desde hacía semanas. 

—Doña Joaquina, ¿qué tal?, ¿quién vendrá a la cena esta noche?

—Mi hija, mi yerno y mis nietos, como siempre—contestó con una sonrisa en los labios.

—Como todos los años, ¿verdad, doña Joaquina?

—Sí, como todos los años.

Mientras Remedios veía alejarse a doña Joaquina del puesto, no podía evitar sentir ese pellizco de melancolía al verla marchar otra navidad arrastrando los pies hacia su casa, con la misma inamovible ilusión año tras año.

Todo estaba listo en la mesa, llenó las copas de vino, las fuentes de bombones para los niños y encendió las velas. El turrón no faltaba. Mientras empezaba con las cigalas, su marido Manolo comenzó con los chistes. Qué gracia tenía el puñetero, desde siempre. El cordero olía delicioso y supo mejor. Cómo disfrutaba su yerno de un buen lechal. A los niños les gustaban tanto esas fiestas, no paraban de reír y cantar. Los miraba extasiada, esas caritas sin mascarillas, total si no se iban a contagiar.

Cuando la cena terminó, todos se esfumaron a la hora de recoger, en un abrir y cerrar de ojos, y ella con su caminar pesaroso comenzó a retirar los platos poco a poco. ¡Cuánta comida había sobrado! No iba a tener que cocinar en toda la semana. Guardó los alimentos en envases de cristal, que ella era muy ecológica y no quería nada de plástico, lo hizo con esmero y los colocó perfectamente en la nevera.


Pedro se había tomado unas copas con los amigos antes de ir a casa de su suegra, ¡era Nochebuena! Su mujer le recriminó que llegara tarde, en seguida se dio cuenta de que venía algo achispado. Él la besó dulcemente y le dijo que no se preocupara, que llegarían a tiempo. Pero nunca llegaron, un camión, falta de reflejos, la velocidad, el alcohol, la mala fortuna... Joaquina y Manuel esperaron toda la noche hasta que el teléfono sonó de madrugada. Manuel ya nunca fue el mismo. Se había reunido con ellos hacía dos años, una neumonía bilateral, pero Joaquina lo hacía todas las nochebuenas. Les preparaba la mejor cena que podían imaginar, año tras año, mientras el vecindario emocionado hasta la catarsis asistía a la función con el corazón en un puño.



#cuentosdeNavidad

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